Lecciones IV Trimestre 2010

sábado, 22 de agosto de 2009

Comentario (Lección 09 III Trimestre 2009)

Descárgue el archivo completo AQUÍ

CREER EN EL HIJO DE DIOS


"¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" 1 Juan 5:5

INTRODUCCION
Desde la antigüedad hay diversos conceptos acerca de Cristo. Algunos separan al Jesús bíblico del así llamado Jesús histórico. Suponen que el Jesús histórico fue un hombre común con una fuerte sensibilidad hacia lo divino, por consiguiente no fue el Hijo de Dios. Otros creen que Jesús fue un revolucionario político. La forma que pensamos acerca de Jesús influye sobre cómo nos relacionamos con Dios, cómo entendemos el plan de salvación y cómo podemos tener la certeza de la salvación.

El propósito de la lección es mostrar que creer en Jesús es aceptar su divinidad  y tener la seguridad de nuestra salvación. Para ello veremos lo que significa creer en Jesús


I. ACEPTAR SU DIVINIDAD
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios…” 1 Juan 5:1

“Jesús es el Cristo”

El vocablo Cristo viene del Gr. Jristós, traducción del Heb. mashíaj. La palabra "Mesías" significa "ungido". Antes de la resurrección, en los cuatro Evangelios se llama a Jesús "el Cristo" (o Mesías), usando el nombre más bien como título que como nombre personal. Después de la resurrección, el artículo suele desaparecer y "Cristo" se transforma tanto en nombre como en título.

Estas dos palabras describen la divinidad de Jesús, su humanidad, su victoria sobre el pecado y la muerte. Cuando se emplean juntos los dos nombres, Jesús y Cristo, se hace una confesión de fe en cuanto a la unión de la naturaleza divina con la humana en una Persona; se afirma la creencia de que Jesús de Nazaret, Hijo de María, Hijo del hombre, es en verdad el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios
  1. 1. Testigos

La práctica hebrea, basada en Deuteronomio 17:6; 19: 15, exigía el firme testimonio de dos o tres testigos para poder tomar una decisión en ciertas disputas legales. Juan cita aquí a tres testigos en apoyo de la divinidad de su Maestro 1 Juan 5:5-6,8, asegurando así a sus lectores de que su declaración era digna de fe: Espíritu Santo, agua y sangre.

El texto de 1 Juan 5:7, 8, como aparece en la RVR, no se encuentra en ningún manuscrito griego anterior a los siglos XV y XVI. La evidencia textual establece la omisión del fin del vers. 7 y del comienzo del vers. 8: “En el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra”. Las palabras mencionadas penetraron en las Biblias del siglo XVI, entre ellas la versión Reina-Valera, a través del texto griego del NT de Erasmo. Entonces el texto quedaría así:

"Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan" 1 Juan 5:7,8


  1. a. Espíritu Santo

Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo en forma de paloma dio testimonio a Juan de que el que había bautizado era el Mesías divinamente instituido, y Dios mismo pronunció la alabanza a su Hijo (Mat. 3:16-17). Cuando Cristo derramó su sangre en la cruz, su noble paciencia y tranquila dignidad, más las sombrías tinieblas y el terremoto, impresionaron en los espectadores la divinidad de Jesús (Mat. 27:45-54). De ese modo el Espíritu actuó en los sucesos representados por el agua y la sangre (1 Juan 5:6) para afirmar que Jesús era el Hijo de Dios


  1. b. El agua

Juan en el comienzo del Evangelio asocia el agua con el bautismo de Jesús (Juan 1:26, 31, 33; 3:5, 23). Este parece ser el ambiente para 1 Juan. Jesús vino como el Señor encarnado y comenzó su ministerio público al ser bautizado con agua.


  1. c. Sangre

La aplicación básica de estas palabras se percibe fácilmente cuando se tiene en cuenta que Juan está hablando de la encarnación. Jesús vino "mediante agua", es decir, por su bautismo; y por "sangre", es decir, por su crucifixión. Estos dos acontecimientos fueron hechos de suma importancia en su ministerio de sacrificio, y lo identificaron como el Redentor Hijo de Dios. Los que creen en su divinidad no pueden ignorar ninguno de estos acontecimientos. El significado principal de estas sencillas palabras debe ser que la venida mesiánica del Maestro fue confirmada públicamente: al comienzo, mediante su bautismo; y al final, mediante el derramamiento de su sangre en la cruz.

“Estos tres concuerdan”

O "coinciden en lo mismo". Los tres testigos tienen un mismo propósito: testificar de la divinidad de Cristo para que los hombres crean en él y sean salvos. Y Juan escribió su Evangelio con este mismo propósito (Juan 20:31).

II. TENER LA SALVACION

“Mediante el arrepentimiento y la fe somos liberados del pecado y contemplamos al Señor, nuestra justicia” Mensajes selectos, t. 1, pág. 460


  1. 1. Vida victoriosa

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” 1 Juan 5:4

“Nuestra fe”

Gr. Pístis. Es la única vez que aparece esta palabra en el Evangelio de Juan o en sus epístolas. ¿Cómo puede capacitarnos "nuestra fe" para vencer al mundo? Juan afirma que la fe a la que se está refiriendo es la que acepta a Jesús como el Hijo de Dios. Esta fe se apropia de la victoria del Salvador sobre el mundo y la reproduce en la vida del creyente. No es una fe que se limita a un asentimiento mental sino que impulsa a una acción positiva. Como ocurrió con el paralítico a quien se le ordenó que se levantara, nosotros también intentaremos lo que parece imposible (Juan 5:5-9). Cuando nuestra voluntad decide que nos levantemos de la esclavitud del pecado, el poder vivificador de Dios penetra en cada fibra moral y nos capacita para hacer por fe lo que hemos deseado. Si nos quedamos tendidos de espaldas esperando que el Señor nos levante del pecado, nada ocurrirá. Nuestra fe debe aferrarse de las promesas divinas, debe desear, escoger, y actuar, depender de esas promesas, antes de que esa fuerza pueda ayudarnos.


  1. 2. Vida eterna

El que tiene al Hijo, tiene la vida…” 1 Juan 5:12

“Tiene la vida”

Es decir, la vida eterna a la que se hace referencia en el vers. 11. Esta vida comienza con el nuevo nacimiento del cristiano y continuará en el mundo venidero (Juan 8:51; 10:10). Los que cultivan la amistad de Jesús llegan a compartir su carácter. En esta forma tener al Hijo garantiza tener la vida perdurable.

El creer en Jesús tiene una clara meta práctica: encontrar la vida eterna en el Hijo de Dios. Los adversarios de Juan, cuestionaban la verdadera divinidad de Cristo, ponían en duda la verdadera humanidad de Cristo o querían separar lo divino de lo humano; tenían un concepto diferente de Jesús y no creían en él en el sentido bíblico.

CONCLUSION

Creer en Jesús es aceptar su divinidad y podemos vivir una vida cristiana victoriosa y tener esperanza de vida eterna, porque Jesús pagó la penalidad de nuestros pecados.

Alfredo Padilla Chávez

Pastor IASD Puente Piedra “A”

Escríbenos a: apadilla88@hotmail.com

LIMA PERÚ

Visite:

http://gramadal.wordpress.com

http://www.apcnorte.org.pe

No hay comentarios:

Publicar un comentario