Lecciones IV Trimestre 2010

jueves, 30 de julio de 2009

Comentario Escuela Sabatica (Lección 05)


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ANDAR EN LA LUZ: RENUNCIAR A LA MUNDANALIDAD




“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del padre no está en él” 1 Juan 2:15


La identidad tiene tres grandes acervos: conocer, amar, defender, por ello alguien dijo: “solo defendemos lo que amamos y solo amamos lo que conocemos”. En este contexto creo que debemos contextualizar estos acervos y serían: “Conocer, amar, servir”. El propósito de la lección de esta semana es mostrar qué significa conocer, amar y servir a Jesús (Dios)


I. ¿QUÉ CONOCER A DIOS?


“Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre” 1 Juan 2:13



“Conocéis”
Gr. ginósko. Es poco probable que algunos de los lectores de Juan hubieran conocido a Cristo personalmente, sin embargo todos tenían el privilegio de cultivar una verdadera relación espiritual con él, los verdaderos creyentes habían  llegado a conocer a Dios y siguen conociéndolo; es decir, tienen una relación íntima con él. Hoy tenemos el privilegio de disfrutar de la misma convicción íntima de comunión con el Salvador (Fil. 3: 10). Todos los cristianos deben poder decir junto con Pablo: “yo sé a quién he creído” (2 Tim. 1: 12)

II. ¿QUÉ ES AMAR A DIOS?


El amor a Dios nace de la profunda gratitud a Dios por lo que ha hecho. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados… Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero.” 1 Juan 4:10,19.


1. Es aceptar el sacrificio de Jesús


“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” 1 Juan 2:12


“perdonados por su nombre”


Juan quiere que comprendan que la base de la salvación se encuentra solo en Jesús y en lo que Jesús ha hecho por sus hijos. Dice que han sido perdonados  no sobre la base de sus buenas acciones, no sobre la base de sus creencias y ni sobre la base de su conocimiento de Dios, sino más bien “por su nombre”; es decir, sobre la base de Jesús y lo que él ha hecho por ellos.


El Padre perdona el pecado del pecador arrepentido debido al “nombre” de Cristo, es decir, en virtud del carácter y la obra del Salvador. Como los lectores de Juan sabían por experiencia propia que había perdón en el nombre del Salvador, el apóstol se sentía en libertad de tratar con ellos profundas verdades espirituales. El perdón había abierto un nuevo mundo ante ellos, y él tiene ahora el propósito de ayudarlos a explorarlo



III. ¿QUÉ ES SERVIR A DIOS?
1. Es entrega total

“Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre” 1 Juan 2:13


“Vencido”


Gr. nikáo, “triunfar”, “vencer”. Este verbo se halla 28 veces en el NT, de las cuales 6 están en esta epístola y 18 en los otros escritos de Juan. El pensamiento de la victoria cristiana ocupa un lugar dominante en el pensamiento del apóstol. El tiempo del verbo en griego indica, como en español, que los creyentes ya habían vencido (se habían bautizado y se relacionaban con Jesús cada día) y disfrutaban del gozo de su victoria.



2. Es renunciar al mundo
a. No amando el mundo

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo…” 1 Juan 2:15


“No améis mundo”


Gr. kósmos, “mundo”, Juan usa kósmos más de 100 veces en sus escritos y más que ningún otro autor del NT. En la mayoría de los casos presenta al mundo como ajeno y hostil a Dios y en oposición a su reino. Esta modalidad podría reflejar preocupación por las falsas enseñanzas que más tarde constituyeron el gnosticismo, con su dualismo, su creencia en la lucha entre las tinieblas y la luz, entre la materia y el espíritu, entre el demiurgo y el verdadero Dios.


“Las cosas”


Casas y tierras, vestidos y muebles, parientes y amigos, son posesiones que es bueno tener, pero si cualquiera de ellas se convierte en un centro de atención que perjudica la vida espiritual, toma el lugar de Dios y se convierte en un ídolo. El yo es lo que sin ninguna duda se interpone finalmente entre el hombre y Dios.


b. No amando los deseos de este mundo


“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” 1 Juan 2:16


i. “Deseos de la carne”


Los deseos de la carne son las ansias de complacerse en el mal. Juan no habla del cuerpo, que posteriormente los gnósticos enseñaron que era intrínsecamente malo. Los escritores del NT consideran que en el cuerpo humano hay disposición para el bien y también para el mal, y que, por lo tanto, está sujeto a la redención comprada por Cristo (Rom. 12: l; 1 Cor. 6:15; Fil. l: 20; 3:2 l). La expresión “deseos de la carne” incluye todo aquello que tiende irresistiblemente a una complacencia que contradice la voluntad de Dios.


ii. “Los deseos de los ojos”


Se refiere al placer mental que es estimulado por la vista. Buena parte del placer pecaminoso del mundo se experimenta mediante los ojos (Mat. 5:27-28). Muchos que se apresurarían a negar cualquier intención de complacerse en un pecado consumado, sienten un vivo deseo de leer en cuanto al pecado, de verlo en láminas o presentado en una pantalla.


iii. “Vanagloria de la vida”


“Manera de vivir”, implica una satisfacción materialista con los bienes del mundo, un estado mental en el que lo material ocupa el lugar de lo espiritual. Todos estamos inclinados en diferentes grados a una vanagloria tal, y debemos precavernos contra ella. Algunos se enorgullecen indebidamente de su trabajo; otros, de sus posesiones, su belleza o sus hijos.


La idea de la “vanagloria de la vida” implica la independencia de Dios. Es como si nosotros creáramos nuestra vida, y de aquí que la gloria y el honor de cualquiera de nuestras realizaciones deberían pertenecernos a nosotros mismos. Fue el orgullo lo que produjo la caída de Lucifer en un mundo perfecto; nosotros, que vivimos en uno imperfecto, deberíamos huir de él como de la plaga.


c. Porque el mundo está contra Dios


“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” 1 Juan 2:16


“No proviene del Padre”


Ni los deseos apasionados ni la vanagloria que Juan menciona, provienen del Padre. Estas características indeseables se originaron con Satanás (Juan 8:44). Por lo tanto, es enemistad contra Dios, el amor del mundo y el amor del Padre son incompatibles.


d. Porque el mundo es pasajero


“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17


“el mundo pasa”


O “está pasando”. Juan recuerda a sus lectores que los propósitos dudosos del amor de los hombres son transitorios. Muchos de ellos quizá parezcan permanentes e importantes, pero llegarán a su fin. Por lo tanto, ¿qué es lo que se gana codiciándolos y corriendo tras ellos? No tiene sentido amar al mundo, porque el mundo es temporario, es mejor y más sabio elegir lo que permanece. Al hacerlo, nosotros mismos permanecemos, es decir, viviremos para siempre


3. Es hacer la voluntad de Dios


Si el mundo está pasando, ¿cómo podemos sobrevivir? Juan responde: Haciendo la voluntad de Dios.


“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17


“El que hace”


Es importante vivir una vida de obediencia, la ética no puede separarse de la teología; las palabras piadosas y las doctrinas correctas no son suficientes, nuestra teología debe vivirse.


Jesús da suma importancia a la obediencia: Mat. 6:10, “hágase tu voluntad”; 7:21, “sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”; 7:24, “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace”; 12:50, “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”; 21:31, “¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?”; Luc. 6:46, “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” La prueba principal del amor es la obediencia. Jn. 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”.


CONCLUSION


Andar en la luz es conocer a Dios relacionalmente, Es amar a Jesús por lo que hizo por nosotros y servir a Dios abandonando las cosas temporales de este mundo


Alfredo Padilla Chávez


Pastor IASD Puente Piedra “A”


Escríbenos a: apadilla88@hotmail.com


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